Un año más este magnífico bosque se convierte en anfitrion de nuestra comida de verano. Estas son fechas en las que muchas de las hermanas estan de vacaciones o en sus pueblos, de modo que pocas pudimos asistir, y en el recuerdo, como siempre, esas que ya no podrán compartir mesa y plato con nosotras.
¿Qué tendran nuestras águedas? que no hay un solo encuentro en el que no nos acordemos de las que fueron y ya por desgracia no estan ¿o si? porque yo a veces las siento a mi lado; me parece oler sus manteos, oir el sonido de sus panderetas, de sus canciones, canciones únicas en sus voces; voces ya mayores, pero que no cansadas del arrincónamela.
Allí junticas, dimos buena cuenta del chorizo que este año nos regaló La Chata y con algún picoteo más, un rico postre y una fresca copita de champan pasamos un almuerzo de lo más agradable.
¿Qué tendran nuestras águedas? que no hay un solo encuentro en el que no nos acordemos de las que fueron y ya por desgracia no estan ¿o si? porque yo a veces las siento a mi lado; me parece oler sus manteos, oir el sonido de sus panderetas, de sus canciones, canciones únicas en sus voces; voces ya mayores, pero que no cansadas del arrincónamela.
Allí junticas, dimos buena cuenta del chorizo que este año nos regaló La Chata y con algún picoteo más, un rico postre y una fresca copita de champan pasamos un almuerzo de lo más agradable.
Tampoco podían faltar nuestras risas, canciones y algun que otro bailecillo, amenizando la comida de todos los allí presentes, que poco a poco se animanon y fueron participando de nuestra fiesta.
Valorio, nuestro Valorio, siempre dispuesto a acogernos bajo su árboles, a escuchar en silencio nuestras risas y panderetas, a observar con cariño nuestras picardías y a reir contento junto a nosotras.
Valorio, nuestro Valorio... aguarda, que volveremos a encontrarnos bajo tu sombra.
Valorio, nuestro Valorio... aguarda, que volveremos a encontrarnos bajo tu sombra.
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