Así quiero recordarte, vestida de águeda y feliz, como los estabas estos últimos días, hermana.
Nos has roto el alma y el vacío que dejas es tan grande como tú lo eras. Allí donde estes seguiras cantando y bailando al son de nuestras panderetas, estoy segura. Te queremos, Tere, por siempre.
Quisiera escribirte más, hermana, pero tengo un nudo en el pecho que no me deja.
ResponderEliminarNo puedo dejar de pensar ni un minuto en ti, Tere. Es tanto el amor que nos has dado, la alegría, que me resulta imposible entender el mundo sin ti. Te lo dije mil veces aquí en la tierra y te lo digo ahora, allá donde estés: te quiero con toda mi alma. Gracias por tanto.
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