Es nuestra gamberrica oficial. Desde el primer año se encontró en su salsa con nosotras.
Me parto con ella cuando se acerca a pedirle la miaja a los hombres: 'anda prenda, dame la miajica...', lo dice con tanto cariño y naturalidad que parece conocerlos a todos, y cualquiera se la niega, claro. Eso sí, lo que no puedo, ni podemos aguantarle es lo de la dichosa pata de pollo. Para los que no conozcais la historia, en una ocasion, durante nuestra visita al mercado de abastos, pidió una pata de pollo en uno de los puestos, y la paseó durante dos días por Zamora, tirando del nervio (o lo que demonios sea que lleva dentro la pata), simulaba que se movía y hasta le pintó la uña y le puso un anillo. Aquello, tan asqueroso, pero que nos hizo reir a todas, los repitíó al año siguiente, pero no la dejamos más veces, os lo aseguro.
Tengo tantas fotos graciosas de ella, que me ha costado elegir las apropiadas para esta entrada. Cuando no sale con unas ramas de perejil en la cabeza, sale con la pata de pollo; cuando no subida a una moto con los manteos para arriba..., en fin, que da juego, la tía, y al final, claro, acaba así de rendidica.
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