Grandes ausencias teñirán de gris este Febrero, la peor, la más dura, la más dolorosa ya sabéis cual es, la de nuestra inolvidable Tere. Sin embargo, hay otras temporales que también duelen, sobre todo a ésta que hoy os escribe.
Desde que nací, recuerdo cada Febrero en compañía de ella, al principio me llevaba en brazos, luego de la mano y llegó un momento en el que por mi propio pie, pero siempre en su compañía, hacía cada año el camino hasta San Lázaro.
Recuerdo esas mañanas en casa, llenas de manteos, enaguas, cintas... el olor a café entremezclado con el de alcanfor y 'toque' de plancha. La envidia que pasaba viendo aquello, sabiendo que ellas estarían por las calles y yo, aun niña, no tenía más remedio que soñarlas desde mi pequeño pupitre del cole, deseosa de oir el timbre y correr en su busca, Santa Clara arriba, Santa Clara abajo, sofocada, emocionada y por fin..., verlas aparecer muertas de risa tras alguna esquina.
Sois pocas las que vivisteis con nosotras esos momentos, las que desde niña me habéis tenido entre vosotras, las que me habéis visto 'mamar las águedas' desde la cuna, pues por desgracia, sois pocas las que quedáis de aquella época.
Todos y cada uno de los Febreros les pedía que me llevaran con ellas, pero tan solo en la procesión me dejaban participar y años después, cuando ya había cesado en mi empeño, ella me hizo esa pregunta que nunca olvidaré: "entonces ¿vas a salir en las águedas este año?, así, como quien no quiere la cosa, sin previo aviso, sin darle importancia, como hace muchas veces la muy cabrita; me dio un vuelco el corazon y no os podéis imaginar la alegría que sentí, allí en pleno 'pavo', con dieciseis añitos y saltándome la hasta entonces 'gran norma' de las casadas, me estrené como hermana de pleno derecho.
Tampoco olvidaré nunca a aquella joven Pilar (hoy nuestra presi), que me arropaba y escondía de la vergüenza que sentí al encontrarme así vestida, en mi estreno, a ese que entonces yo creía mi gran amor (ya ves tú, ahora me parto).
He crecido y he vivido tantas cosas al lado de estas mujeres.. Pilar, Feli, Chona, Espe, Ana ... pero sobre todo de ELLA, la que este año no me acompañará, la que siempre estaba, la que no faltaba: preñada, viuda, triste, alegre...
He crecido y he vivido tantas cosas al lado de estas mujeres.. Pilar, Feli, Chona, Espe, Ana ... pero sobre todo de ELLA, la que este año no me acompañará, la que siempre estaba, la que no faltaba: preñada, viuda, triste, alegre...
Para mi desde luego, este Febrero no será lo mismo sin ella. Cuando todavía llevaba a mi hija en el vientre, el primer regalo que le hizo fue un collar de corales antiguos con dos medallitas iguales de plata: una de Santa Águeda y otra de Santa Lucía (como se llama mi niña); es un regalo que significa tanto, que dice tanto... que me llegó al alma, de verdad; el más bonito que me han hecho nunca; y todos los años le regala uno nuevo, para que ésto no se pierda, para que continúe, que no decaiga y que algún día, Lucía nos acompañe a las dos por las calles zamoranas; le regaló también su primer mantón de manila (o al menos lo intentó).
Mi hija, Lucía, vive ahora lo que yo viví de niña, ella es ahora la que nos busca por la calle Santa Clara, la que sufre por no poder venirse con nosotras y la que vive con inmensa alegría la tarde del 5 de Febrero, cuando un año más sacaremos a la santa en procesión por las calles del barrio y entonces sí dejaremos que nos acompañe.
Un Febrero triste, un Febrero sin SABELA.
(Seguro que cuando vea esta foto me critica por la cara de 'lilas' que tenemos, pero con la de años que llevamos juntas en ésto, no tenemos una maldita foto buena juntas).




Aviso: tengo el día tonto. Ya estoy escurriendo la lágrima. Sabela es otra de esas mujeres inmensas que tenemos la dicha de disfrutar. Al menos la tendremos con nosotras en la comida. Un besazo.
ResponderEliminarAnda ésta, yo llevo llorando varios días preparando las entraditas del blog. Menudos apipones.
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