Unas somos más madrugadoras que otras, pero en general, nuestras casas van estando ya así de coloridas e impregnadas de esos olores tan de águeda, esa mezcla de olor a cerrado, a antiguo, a usado, a reído, a bailado... ¡a vivido!
..,. qué alegría nos da sacar todos los aperos, revolver la casa, los armarios, los baúles... tener todo empantanado por unos días... ese ir i venir buscando ese relicario que con tanto afán guardamos y luego no hay Dios que lo encuentre...
... pensar una y otra vez qué pendientes llevar este año y acabar eligiendo siempre los mismos...
... sacar del baúl las ropas que tu abuela cosió para tí, para ponérselas esta vez a tu hija, lo que te hace volver cuarenta años atrás, cuando correteabas entre las piernas de las viejas hermanas, esas que hoy nos cantan desde el cielo...
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... planchar enaguas, camisas y pololos tarareando nuestras coplillas, mientras tu marido desde el salón, esbozando una sonrisa las tararea contigo. Nunca dio tanta alegría planchar...
... separar los pares de medias de niña y de mujer, buscar sus parejas, separar las nuevas de las viejas, el dilema de cual ponerte este año y al final... las de siempre. Las viejas siempre son las más cómodas, esas con el remiendo en el pulgar que las hace únicas ...
... ya llegaaaa...















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