Ayer tarde volvimos a San Lázaro, a nuestra iglesia, a 'vestir' a nuestra santica para que hoy, en su día luzca de nuevo bella.
Rodeada siempre de sus rosas y claveles, de los bollicos blancos y la mistela, de la multitud de lazos, de la palma, del pendon... y como no, de nosotras; este año el que sí nos ha faltado ha sido nuestro párroco, D. Agustín Montalvo, al que echamos de menos y desde aquí le deseamos una pronta recuperación.
Qué bonito resulta llevar a las niñas para que desde pequeñas vivan estos momentos de nuestra fiesta. Este año, como todos desde su nacimiento, nos acompañó Lucía, mi hija, pero por primera vez acudió también Enma, nieta de nuestra adorable Cloty y una joven y guapísima Claudia, hija de nuestra Esperanza; ella es de esas niñas que ha vivido las águedas intensamente desde que nació y ahora, convertida ya en mujer, nos sigue acompañando; espero verla pronto como hermana de pleno derecho; otra buena sucesora, sin duda y es que con la madre que tiene, no podía ser menos.




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